El objetivo de este blog es mostrar una serie de estudios, reflexiones e interpretaciones respecto a un caso sumamente específico de la evolución urbana y edilicia de la ciudad de Rosario: la intervención arquitectónica de la empresa Field Argentina y su sucesora Field Construcciones en la zona noroeste de dicha ciudad plasmada en tres conjuntos de vivienda construidos entre 1962 y 1980 (Parque Field, Barrio Rucci, Parque Field 2). Y, tal como dice su título, es mi intención plantear al menos como hipótesis las múltiples y complejas relaciones que se producen entre las diversas escalas que atañen a dichos conjuntos, desde el más elemental hecho constructivo hasta los trascendentales sucesos acaecidos en esas décadas tan significativas para nuestro país y el mundo todo

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martes, 21 de febrero de 2012

8/ Amistad, sociedad y respeto mutuo

“Si la década de 1960 ha de ser una década de progreso, entonces Argentina y Estados Unidos deben cooperar. Los Estados Unidos están comprometidos con el desarrollo económico de largo alcance de la Argentina, y aún más con una continua relación de amistad, sociedad y respeto mutuo

                                   Discurso de John F. Kennedy ante Roberto Alemann, Ministro de Economía argentino /1961

El libro “Parquefield – 20 años de historia” de Elda Caprini aporta interesantísimos datos sobre la génesis económica del Barrio. Describe que “esta urbanización nace a impulso del programa denominado “Alianza para el Progreso”, plan creado por el Presidente John Fitzgerald Kennedy”, como también que “para cuya financiación el Chase Manhattan Bank otorgaba un crédito siete millones y medio de dólares con la garantía de la Agencia para el Desarrollo Internacional (A.I.D.) del gobierno de los Estados Unidos, a 20 años de plazo y con interés para el inversor del 5,25% anual. Los intereses remesados al exterior se encontrarían exentos del impuesto a los réditos para evitar mayores costos a los futuros compradores”. Y agrega: “Por su parte, Field Argentina gozaría de una serie de franquicias acordes con el profundo sentido social que tiene el barrio económico obrero, tales como la exención y desgravaciones en impuestos en el orden nacional, provincial y municipal, hasta la cesión de terrenos públicos ya mencionada”

Desde la mirada “Proyectos de país” que propone este blog, estos datos constituyen apenas la minúscula punta de un iceberg. Iceberg de complejas relaciones que van de lo local a lo geopolítico y de lo meramente económico a lo ideológico. De todas formas, sin pretender abordar en profundidad a la política interna y externa de Argentina de inicios de los ’60 (tarea que excede a este trabajo y a este autor), los datos de Caprini posibilitan al menos ver un poco más allá de ellos mismos, ya que nos hablan de Parquefield como un importante emprendimiento realizado a partir de la coincidencia de intereses de los gobiernos de dos países. Es por demás de evidente que, cuando se habla de créditos a 20 años con garantía del gobierno americano, exenciones de impuestos, desgravaciones y cesiones de terrenos públicos (mientras se invoca, por ej, el “profundo sentido social” cosa que sería al menos discutible) debe deducirse que la llegada de Field a nuestro país se produjo no como un hecho aislado sino dentro del marco de un acuerdo mucho más amplio de voluntades políticas de los presidentes de Argentina y Estados Unidos, que no eran otros que Arturo Frondizi y John Kennedy, respectivamente

Frondizi asumió la presidencia en 1958, en el retorno a la democracia luego del gobierno militar que había derrocado a Juan Perón; proscripto éste y su partido, ambos líderes hicieron un acuerdo estratégico que incluyó la recomendación de Perón a sus seguidores para que votaran a Frondizi. Con relativo poder político propio entonces y en el medio de múltiples presiones del exterior (en el mundo de la Guerra Fría) y del interior (de militares, grupos económicos, trabajadores, estudiantes, la Iglesia, su partido y el propio justicialismo) inicia una política económica comúnmente conocida como “desarrollista”. En pocas palabras, así dice al respecto el trabajo de CEMA (Cisneros, Escudé y otros) “Historia General de las Relaciones Exteriores en Argentina”:

“Las tesis desarrollistas eran varias. En primer lugar, se concebía al capital extranjero como el elemento dinamizador del desarrollo, debidamente orientado por el estado en beneficio de los intereses nacionales, de manera que la antinomia entre capital externo y nacionalismo económico dejara de tener sentido. Las condiciones de acumulación e inversión insuficientes provocaban en los países subdesarrollados la ausencia del capital necesario para la instalación de las industrias básicas y la construcción de las obras de infraestructura. De esta manera, el capital extranjero debía contribuir al desarrollo de la explotación petrolera, la siderurgia, la energía eléctrica, la petroquímica, etc.”

Casi tres años más tarde Kennedy es electo presidente. Como si el marco de la Guerra Fría con la Unión Soviética no hubiera sido lo bastante arduo para él,  Latinoamérica, a pocos meses de la revolución comunista que derrocó a Batista en Cuba, le significaba otro dolor de cabeza. En primer término, el propio gobierno de La Habana en sí; y luego, el temido “contagio” al resto del continente. Eisnhower le había dejado como herencia ya organizada la invasión a la isla en Bahía de los Cochinos. Kennedy, partidario de una política menos bélica y más persuasiva, dio sin embargo el visto bueno a la invasión, quizás fallida porque el presidente demócrata retaceó su poder militar. Casi inmediatamente lanzó la ya mencionada Alianza para el Progreso, plan oficial de ayuda e inversión para América Latina del gobierno norteamericano de 20.000 millones de dólares y diez años de duración. Para las ideas desarrollistas de Frondizi, la Alianza fue un anillo para su dedo, aunque las intenciones de Kennedy eran de alinear de su lado ideológico al continente y el interés del gobierno argentino pasó fundamentalmente por percibir la ayuda económica. Pero, al menos, Frondizi fue el presidente latinoamericano más entusiasmado con la propuesta, expresando a Kennedy palabras como éstas:

“Estamos unidos por la geografía, la historia, y sobre todo, por las espiritualidades (...) Somos una sucursal del mundo occidental (por ejemplo, Europa). El Plan Marshall salvó los valores y civilización occidentales. Hoy, América latina está atravesando un período en el cual están en juego los valores básicos, debido a la acción de factores desestabilizantes como los bajos ingresos, la enfermedad y la ignorancia. Estamos infectados, como tú has reconocido, por el subdesarrollo. Ningún país subdesarrollado puede resolver estos problemas democráticamente sin ayuda de los países desarrollados. La educación y la tecnología son tan importantes como el ingreso. Hay demasiado por hacerse, a tal punto que todo necesita hacerse, por lo tanto deberíamos primero focalizar nuestra atención en las industrias básicas y los servicios.”

(Carta del Presidente Frondizi al Presidente Kennedy / 1961)

Frondizi fue derrocado en 1962 por una coalición cívico-militar. Las interpretaciones del porqué son múltiples: para frenar un temido y quizás inexorable regreso del peronismo (principalmente después del triunfo de varios candidatos peronistas en las elecciones provinciales de ese año), por la preocupación frente a un “guiño” gubernamental a la izquierda luego de ser descubierta la reunión secreta del presidente con el Che Guevara, por la afectación con sus políticas de intereses económicos de ciertos grupos de poder, o, en definitiva, por la suma de todo aquello. En definitiva, no era un líder confiable para el “stablishment” local

Kennedy fue asesinado en marzo de 1963. No hace falta decir que fue uno de los hechos trágicos más conmovedores y a la vez enigmáticos del siglo XX

Sin embargo, bastó lo que fue una efímera coincidencia política y estratégica entre dos gobiernos para que, en el contexto de otros “acuerdos macro”, emprendimientos como Parque Field se pusieran en marcha. Aún caídos ambos presidentes, esa chispa inicial fue suficiente para que la construcción del Barrio sea ya irreversible

2 comentarios:

  1. Desde que encontré esos documentos (también en la "Historia . . ." de CEMA), me resultaron poderosamente significativas esas cartas y esa relación tan especial entre Kennedy y Frondizi. Y a nuestro ex presidente, tan admirado (o admirable) en ciertos aspectos de su mandato, el entusiasmo le hace decir cosas como esa de "Somos una sucursal del mundo occidental (por ejemplo, Europa)" la que, dicha así descontextuada, no nos ubica como pueblo en un lugar demasiado feliz, creo yo. Pero justamente por eso es para que entender (bah, entender . . .) al menos trabajar con la Historia hay que intentar ubicar cada persona y cada hecho en su contexto cultural lo mejor que se pueda, no es cierto?

    Saludos para todos

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  2. Con cuerdo una buena opcion es trabajar juntos para el progreso.

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